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24 de mayo de 2022

❀Historia de la Devoción a María Auxiliadora❀




El primero que llamó a la Virgen María con el título de “Auxiliadora” fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla en al año 345, el dice:

“Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios”.

San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria:

“María Auxiliadora, rogad por nosotros”.

Y repite: la virgen es... “auxiliadora para evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación”.

En el año 1572, el Papa San Pio quinto ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanías la advocación:  “María Auxiliadora, rogad, por nosotros”, porque en ese año Nuestra Señora libró prodigiosamente en la batalla de Lepanto a toda la cristiandad que venía a ser destruida por un ejército mahometano de 282 barcos y 88.000 soldados.


En 1860 la Santísima Virgen se aparece a San Juan Bosco y le dice que quiere ser honrada con el título de “Auxiliadora”, y le señala el sitio para que le construya en Turín, Italia, un templo.

Pero será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción mariana definitiva: Auxiliadora.

“La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana”.

En 1863 Don Bosco comienza la construcción de su iglesia en Turín.

Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos (el templo costaba más de 300 millones).  Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica.


Para conseguir dinero en un momento en que no podía retrasar más los pagos para continuar la obra, un día le dijo a la Virgen:

- ¡Madre mía! Yo he hecho tantas veces lo que tú me has pedido… ¿Consentirás en hacer hoy lo que yo te voy a pedir?.

Con la sensación de que la Virgen se ha puesto en sus manos, San Juan Bosco visita a un enfermo que tenía bastante dinero y era bastante tacaño.  Este enfermo hacía tres años no podía siquiera moverse de la cama, al ver al santo le dijo:

-Si yo pudiera sentirme aliviado, haría algo por usted.

-Muchas gracias, dice San Juan Bosco; su deseo llega en el momento oportuno; necesito precisamente ahora tres mil liras.

El enfermo cambia con mucho dolor de postura, y mirando fijamente a San Juan Bosco, le dice:

-¿Ahora? Tendría que salir, ir yo mismo al Banco Nacional, negociar unas cédulas ¡ya ve!, es imposible.

-No, señor, es muy posible replica don Bosco mirando su reloj. Son las dos de la tarde… Levántese, vístase y vamos allá dando gracias a María Auxiliadora.

-¡Este hombre está chiflado!

Protesta el viejo entre las cobijas.

-Hace tres años que no me muevo en la cama sin dar gritos de dolor, ¿y usted dice que me levante? ¡Imposible!.

-Imposible para usted, pero no para Dios… ¡Ánimo! Haga la prueba.

El enfermo se arroja de la cama y empieza a vestirse solo, y ante los ojos maravillados de sus parientes, sale de la habitación y baja las escaleras y sube al coche.

Detrás de él, va San Juan Bosco quien dice:

-¡Cochero, al Banco Nacional!

Ya la gente no se acordaba de él: llevaba tres años sin salir a la calle. Vende sus cédulas y entrega a San Juan Bosco sus tres mil liras.


El santo solía repetir:

«Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen».

Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares.



 Nancy  A. Sparrow




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