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14 de julio de 2021

Santísima Virgen del Monte Carmelo ♰ Profeta Elías



 La familia espiritual de San Elías


La historia de la Virgen del Carmen nace con el profeta Elías, en el Antiguo Testamento. ...

En el escenario exuberante y poético de Galilea, en un pequeño promontorio sobre el mar Mediterráneo se destaca el Monte Carmelo, refugio de muchos santos varones que, en el Antiguo Testamento se retiraban a este lugar desierto para rezar por la venida del Divino Salvador. Pero a pesar de todo, ninguno de ellos impregnó de tanta virtud aquellas rocas benditas como San Elías.

Cuando el Profeta del celo ardiente se retiró a aquel lugar, alrededor del Siglo IX antes de la Encarnación del Hijo de Dios, hacía tres años que una implacable sequía contenía los cielos de Palestina, castigando la infidelidad de los hombres para con Dios. Mientras rezaba con fervor, pidiendo que el castigo fuese aliviado por los méritos de aquel Redentor que habría de venir, Elías envía a su siervo a la cumbre del monte, ordenándole:
- "Ve y mira hacia el lado del mar"...
Pero el siervo nada veía. Y al bajar dice:
- "No hay nada"
Con confianza, el Profeta le hizo retomar siete veces la infructuosa escalada. Finalmente, el siervo vuelve diciendo:
- "Veo una nubecita del tamaño de la huella de un hombre".
De hecho, la nube era tan pequeña y diáfana que parecía destinada a desaparecer al primer soplo de los abrasados vientos del desierto. Pero no; poco a poco iba creciendo, se agrandaba en el cielo hasta cubrir todo el horizonte y, por fin, se precipitó sobre la tierra en forma de abundante lluvia. Fue la salvación del pueblo de Dios.

La pequeña nube era una figura de la humilde María cuyos méritos y virtudes excederían a los de todo el género humano, obteniendo para los pecadores el perdón y la Redención. El Profeta Elías había vislumbrado en su contemplación el papel mediador de la Madre del Mesías esperado. Fue, en cierto sentido, su primer devoto.

Una bonita tradición nos dice que, a ejemplo de San Elías, siempre hubo en el Monte Carmelo eremitas que predicaban y vivían allí, recuperando y transmitiendo a otros el espíritu eliático. Y aquel lugar santificado por hombres contemplativos reclamaba por otros contemplativos.

Hacia el Siglo IV, cuando comenzaron a aparecer los primeros monjes solitarios de Oriente, las laderas rocosas del Monte Carmelo acogían una ermita, al estilo de las comunidades bizantinas, cuyos restos se ven aún hoy en día. Más tarde, alrededor del siglo XII, un grupo de nuevas vocaciones venidas ahora de Occidente con el gran movimiento de las Cruzadas, añadía un nuevo fervor al antiguo. Enseguida se edificó una pequeña iglesia donde la comunidad se entregaba a la vida de oración, animada siempre por el espíritu de Elías. La pequeña "nubecita" iba creciendo cada vez más.

El crecimiento del número de hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo hacía necesario una organización más aprimorada. En 1225, una delegación de la Orden se dirigía a Roma para pedir a la Santa Sede la aprobación de una Regla, que fue concedida efectivamente por el Papa Onorio III en 1226.

Con la invasión de los lugares santos por los musulmanes, el superior del Monte Carmelo daba permiso a los religiosos para que se trasladasen a Occidente y fundaran allí nuevas comunidades, lo que muchos hicieron tras la caída del último baluarte de resistencia cristiana, el Fuerte San Juan de Acre. Los pocos que allí se quedaron fueron martirizados mientras cantaban la Salve.









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