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31 de julio de 2021
El 31 de julio la Iglesia recuerda a San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús,
orden religiosa de la iglesia católica más conocida como "Jesuitas"
por el nombre que reciben sus miembros.
San Ignacio además es el patrono de los Ejercicios Espirituales, los cuales se llevan a la práctica también hoy en otras religiones
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San Ignacio nació probablemente, en 1491, en el castillo de
Loyola en Azpeitia, población de Guipúzcoa, cerca de los
Pirineos. Su padre, don Bertrán, era señor de Ofiaz y de Loyola,
jefe de una de las familias Vascas más antiguas y nobles de la región. Y
no era menos ilustre el linaje de su madre, Marina Sáenz de Licona y Balda. Iñigo (pues ése fue el nombre que recibió el
santo en el bautismo) era el más joven de los ocho hijos y tres
hijas de la noble pareja. Su primera dedicación fueron las armas,
siguiendo la tradición familiar. Iñigo luchó contra los franceses en el
norte de Castilla. Pero su breve carrera militar terminó
abruptamente el 20 de mayo de 1521, fue gravemente herido cuando una bala de
cañón le rompió la pierna durante la lucha en defensa del castillo
de Pamplona contra los franceses.
Los médicos le hicieron tres operaciones a la rodilla y durante su larga convalecencia con el objeto de distraerse durante la convalecencia, Iñigo pidió algunos libros de caballería
(aventuras de caballeros en la guerra), a los que siempre había sido muy afecto. Pero lo único
que se encontró en el castillo de Loyola fue una historia de Cristo y un volumen de vidas de
santos. Iñigo los comenzó a leer para pasar el tiempo, pero poco a poco empezó a interesarse
tanto que pasaba días enteros dedicado a la lectura. Y se decía: "Si esos hombres estaban
hechos del mismo barro que yo, bien yo puedo hacer lo que ellos hicieron".
Inflamado por el
fervor, se proponía ir en peregrinación a un santuario de Nuestra Señora y entrar como
hermano lego a un convento de cartujos. Pero tales ideas eran intermitentes, pues su ansiedad
de gloria y su amor por una dama, ocupaban todavía sus pensamientos. Sin embargo, cuando
volvía a abrir el libro de la vida de los santos, comprendía la futilidad de la gloria mundana y
presentía que sólo Dios podía satisfacer su corazón. Las fluctuaciones duraron algún tiempo. Ello permitió a Iñigo observar una diferencia: en tanto que los pensamientos que procedían de
Dios le dejaban lleno de consuelo, paz y tranquilidad, los pensamientos vanos le procuraban
cierto deleite, pero no le dejaban sino amargura y vacío. Finalmente, Iñigo resolvió imitar a los
santos y empezó por hacer toda penitencia corporal posible y llorar sus pecados
y decidió a consagrarse a la religión.
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San Ignacio falleció repentinamente el 31 de julio de 1556 en Roma, cuando llevaba 15 años al frente de la orden de los jesuitas, que en ese entonces tenía unos 10 mil miembros sirviendo en Europa, India y Brasil.
El fundador de los jesuitas fue beatificado por el Papa Paulo V en 1609 y 13 años después fue elevado a los altares
al ser canonizado por Gregorio XV en 1622 junto con cuatro grandes santos: San
Francisco Javier, uno de sus primeros seguidores; San Isidro Labrador, San
Felipe Neri y Santa Teresa de Jesús.. En la ciudad de Roma (Italia) se veneran los restos del santo en la Iglesia del Gesù.
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Con frecuencia
repetía estas palabras, que son el lema de su orden:
"A la mayor gloria de Dios".
A ese fin
refería el santo todas sus acciones y toda la actividad de la Compañía de Jesús.
También
decía frecuentemente:
"Señor, ¿qué puedo desear fuera de Ti?"
Quien ama
verdaderamente no está nunca ocioso.
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Oraciones,
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