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11 de agosto de 2021

🎕Santa Clara de Asís🎕



Todos los 11 de agosto la iglesia celebra a Santa Clara de Asís.  Chiara d'Assisi en italiano, nació en Asís, Italia, en 1194, doce años después que San Francisco de Asís.  Fundadora junto con San Francisco de la Orden de las Hermanas Pobres, conocidas posteriormente como “Clarisas”, instituto perteneciente a la Segunda Orden de los “hermanos menores” o franciscanos. Las clarisas constituyen, de esta manera, la rama femenina de los franciscanos.

Sus padres eran Favorone y Hortolona, ​​de una familia noble y acomodada, San Francisco también era de una familia adinerada, pero él no era un noble.  El padre de Santa Clara era un conde militar, el padre de San Francisco era un comerciante de telas de lujo.  Santa Clara tenía dos hermanas: Inés y Beatriz, más jóvenes que ella.

Todas las familias eran muy religiosas y ayudaban mucho a los pobres.  La madre de Santa Clara dijo que, cuando estaba esperando su nacimiento, fue a rezar ante Jesús Crucificado para pedir un buen parto y escuchó una voz que le decía:
- No, teme mujer, porque salva dará a luz una luz que se apagará. ¡Deja el mundo más claro! ''.
Por eso nombró a su primera hija Clara.

A los dieciocho años, Santa Clara decidió dejarlo todo para seguir a Jesucristo el Pobre, queriendo ser como él: no ser dueña de nada.  Así fue como ella, con algunas compañeras, se incorporó al movimiento franciscano, que estaba iniciando un camino de pobreza.  Fue discípula de San Francisco y siguió el camino de austeridad señalado por él a pesar de la durísima oposición familiar.

Si retrocedemos en la historia, vemos a la puerta de la iglesia de Santa María de los Ángeles (llamada también de la Porciúncula), distante un kilómetro y medio de la ciudad de Asís, a Clara Favarone, joven de dieciocho años, perteneciente a la familia del opulento conde de Sasso Rosso.

En la noche del domingo de ramos, Clara había abandonado su casa, el palacio de sus padres, y estaba allí, en la iglesia de Santa María de los Ángeles.  La aguardaban San Francisco y varios sacerdotes, con cirios encendidos, entonando el Veni Creátor Spíritus.

Dentro del templo, Clara cambia su ropa de terciopelo y brocado por el hábito que recibe de las manos de Francisco, que corta sus hermosas trenzas rubias y cubre la cabeza de la joven con un velo negro.  A la mañana siguiente, familiares y amigos invaden el templo.  Ruegan y amenazan.  Piensan que la joven debería regresar a la casa paterna.  Grita y se lamenta el padre.  La madre llora y exclama: "Está embrujada".  Era el 18 de marzo de 1212.

Cuando Francisco de Asís abandonó la casa de su padre, el rico comerciante Bernardone, Clara era una niña de once años.  Siguió paso a paso esa vida de renunciamiento y amor al prójimo.  Y con esa admiración fue creciendo el deseo de imitarlo.
Clara despertó la vocación de su hermana Inés y, con otras dieciséis jóvenes parientas, se dispuso a fundar una comunidad.  La hija de Favarone, caballero feudal de Asís, daba el ejemplo en todo.  Cuidaba a los enfermos en los hospitales; dentro del convento realizaba los más humildes quehaceres.  Pedía limosnas, pues esa era una de las normas de la institución.  Las monjas debían vivir dependientes de la providencia divina: la limosna y el trabajo.

Pasaron los años siendo la más eficaz ayudante de San Francisco y luego que el falleció, Santa Clara siguió con su inquebrantable lealtad a los ideales de san Francisco y al celoso cuidado de su regla y enseñanza.

Cuando finalmente sintió que el día de su muerte se acercaba, Santa Clara, llamando a sus afligidas religiosa en su torno, les recordó los muchos beneficios que habían recibido de Dios y las exhortó a que perseveraran llenas de fe en la observancia de la pobreza evangélica.  El papa Inocencio IV la visitó en su lecho de muerte, vino desde Perusa para visitar a la santa moribunda, que ya había recibido los últimos sacramentos de manos del cardenal Rainaldo...  Unidas las manos, tuvo fuerzas para pedirle su bendición, con la indulgencia plenaria.  El Papa contestó, sollozando:
- "Quiera Dios, hija mía, que no necesite yo más que tú de la misericordia divina".

Su propia hermana, Santa Inés, retornó de Florencia para consolarla en su última enfermedad; León, Ángel y Junípero, tres de los primeros compañeros de San Francisco, estuvieron también presentes en el lecho mortal, y Santa Clara les pidió que leyeran en voz alta la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan, como habían hecho treintaisiete años antes, cuando San Francisco estaba tendido moribundo en la Porciúncula.
Lloran las monjas la agonía de Clara.  Todo es silencio.  Sólo un murmullo brota de los labios de la santa.
- Oh Señor, te alabo, te glorifico, por haberme creado.
Una de las monjas le preguntó:
- ¿Con quién hablas?
Ella contestó recitando el salmo:
- Preciosa es en presencia del Señor la muerte de sus santos.
Finalmente, antes del amanecer del 11 de agosto de 1253, la santa fundadora de las Damas Pobres falleció en paz en la iglesia de San Damián de Asís.

Fue canonizada dos años más tarde, el 15 de agosto de 1255, por el papa Alejandro IV, quien en la bula correspondiente declaró que ella "fue alto candelabro de santidad", a cuya luz "acudieron y acuden muchas vírgenes para encender sus lámparas".
Santa Clara fundó la Orden de Damas Pobres de San Damián (hoy llamada Orden de las hermanas pobres de Santa Clara), llamadas normalmente Clarisas,  rama femenina de los franciscanos, a la que gobernó con fidelidad exquisita al espíritu franciscano hasta su muerte.

Ella fue la primera y única mujer en escribir una regla de vida religiosa para mujeres.  Benedicto XVI indicó que:
- “Clara fue la primera mujer en la historia de la Iglesia que compuso una Regla escrita, sometida a la aprobación del Papa, para que el carisma de Francisco de Asís se conservara en todas las comunidades femeninas que ya se iban fundando en gran número en su tiempo y que deseaban inspirarse en el ejemplo de Francisco y de Clara”.
Su decisión de escribir una regla fue una desviación radical de las normas religiosas de su tiempo.  Solo después de insistir, el Papa Inocencio IV lo aprobó dos días antes de la muerte de Clara, el 11 de agosto de 1253. En su contenido y en su estructura se aleja de las tradicionales reglas monásticas.

Desde hace siete siglos sus restos mortales descansan en la cripta de la Basílica de Santa Clara de Asís.

De ella dijo su biógrafo Tomás Celano:
- "Clara por su nombre; más clara por su vida; clarísima por su muerte".

Santa Clara de Asís, intercede por nosotros y por el mundo entero.










1 comentario:

Steven dijo...

Que interesante, gracias por los datos, bendiciones

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