-¡No se lo digas a mamá -gritó el más pequeño- mamá nos castigaría!
El mayor pensó que era mejor decírselo.
-¡No, tonto -continuó el hermano- cerremos la puerta y vámonos a jugar al jardín y no sabrá que hemos sido nosotros!
El mayor, siguiendo en su idea, fue lloroso a contarlo a su madre; la cual vino corriendo con los avíos de limpieza y logró limpiar la mancha.
-¡Estoy muy contenta -les decía- de que me hayáis avisado, si no llegáis a decírmelo se habría secado la tinta y ya no hubiese habido remedio!
--------
Es igualmente prudente confesar el pecado o la falta al prójimo pronto, antes de que sea más difícil o imposible por sus consecuencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario