No es algo virtual, no es algo religioso o místico. Simplemente, cuando creí lo que Jesús hizo por mí, nací de nuevo. No hablo de entrar al vientre de mi madre y volver a salir, lo cual es imposible. Hablo de nacer del Espíritu. Creo que tengo nueva vida. Ya no vivo yo, ahora Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo, lo vivo por la fe en lo que Jesucristo hizo por mí.
No se trata del azar, o de un augurio acerca de mi destino. No me fue revelado por un gurú o una carta natal. Sé que Dios me ha elegido desde antes de nacer para ser Su hija, y que tiene un plan para mí. Creo que mi vida tiene un propósito en Dios. Así lo dice la Biblia, y en ella creo absolutamente. Estoy completamente segura de que el mensaje de Dios que anunciaron los profetas es la verdad. Ese mensaje me dice cómo vivir. Ninguna enseñanza de la Biblia se puede explicar como uno quisiera. Ningún profeta habló por su propia cuenta. Al contrario, todos ellos hablaron de parte de Dios y fueron guiados por el Espíritu Santo.
Entonces, cuando vienen las tormentas de la vida, el desánimo, las dificultades, las situaciones agobiantes, las enfermedades, las pérdidas, los fracasos, las injusticias, yo, de todos modos, creo. Aunque no entienda lo que ocurre. De todos modos, creo. Mi cuerpo se va gastando, pero mi espíritu va cobrando más fuerza. Las dificultades que tengo son pequeñas, y no van a durar siempre. Pero, gracias a ellas, Dios me llenará de la gloria que dura para siempre: una gloria grande y maravillosa.
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