Si todos los esposos y padres de hoy fijaran su mirada en San José como modelo y lo imitaran en sus virtudes, nuestras familias serían más fuertes y en ellas reinaría la fe, la unidad, el equilibrio y la armonía.
Pidamos por los hombres que han sabido ser fieles, por los padres abnegados, honestos, valientes, leales. Pidamos también por los esposos infieles, por los desobligados, por aquellos que han abandonado a sus esposas, hijos, familia, y por todos los que atraviesan por algún momento difícil en su matrimonio o en su misión como padres.
La oración es, sin duda, el arma más poderosa que tenemos los cristianos para luchar contra los embates del enemigo. Encomendemos a Dios a nuestro papá, esposo, cuñado, compadre, suegro o cualquier otro padre de familia que esté necesitado de nuestra oración. Dios escuchará nuestros ruegos, pues es fiel a sus promesas:
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