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30 de diciembre de 2018

Fiesta de la Sagrada Familia

En la festividad de la Sagrada Familia, recordamos y celebramos que Dios quiso nacer dentro de una familia para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera, lo ayudara y lo aceptara como era.
En medio de una fuerte crisis en torno a la integridad de la familia, Dios Amor nos brinda nuevamente el modelo pleno de amor familiar al presentarnos a Jesús, María y José.

La familia debe ser una escuela de virtudes.  Es el lugar donde crecen los hijos, donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y donde se aprende a ser un buen cristiano.
Es en la familia donde se formará la personalidad, inteligencia y voluntad del niño.  Esta es una labor hermosa y delicada.  Enseñar a los niños el camino hacia Dios, llevar estas almas al cielo.  Esto se hace con amor y cariño.

La Sagrada Familia nos enseña en las palabras de un Niño de doce años la lección quizá más importante de todas:  "Dios debe ser el centro de toda la vida familiar".
Y lo será cuando sea también el centro de la vida personal del padre, de la madre y de los hijos.  Quizá esa sea una de las tareas más difíciles en la que los padres tienen que educar a sus hijos.

Aprovechemos la celebración de esta fiesta de la familia para hacer lo que nos enseña María:  meditar y conservar la Palabra de Dios de modo que el Niño Jesús vaya creciendo en estatura y gracia también en nuestro corazón y seamos así cada vez más semejantes a Él.  Ello, sin duda, redundará en beneficio de nuestra vida familiar.  Que todas nuestras familias sean una comunidad de vida y amor, sean una escuela de comunión, una Iglesia doméstica.



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