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12 de septiembre de 2012

Yo soy

Yo Soy andaba por las calles oscuras y solitarias preguntándose que había pasado con la antigua Yo Soy, no entendía el vacío que tenía en su interior, pues a ella no le faltaba de nada, tenía un techo, unos padres maravillosos, unos amigos increíbles, dinero, salud, trabajo y encima tiempo suficiente para ella, que más podía perder? Yo Soy no era feliz y no sabía por qué…

Ella tenía una ilusión, una ilusión casi imposible, y es que cuando ella era pequeña, cada sábado iba a cenar con sus padres y luego jugaba con otros niños que estaban en la plaza. Pero un día la plaza estaba vacía y como no tenía nadie para jugar se puso a jugar con una pelota pequeña que botaba mucho que le acababan de comprar sus padres. La pelota se le fue y no la encontraba. Al cavo del rato buscándola apareció un niño, un niño de ojos increíbles, cristalinos, parecía un ángel y le devolvió la pelota.

-Gra-gra-cias… se quedó paralizada, embobada con sus ojos.

Y él le dijo:

-¿Quieres jugar a buscar constelaciones?

-¿Perdona? ¿A buscar constelaciones?

- Si, mis padres me han comprado un libro, de todas las constelaciones.

-Vale…

Y así fue, fueron donde no había nada de luz y por primera vez Yo Soy vio la osa mayor, el carrito, como lo llamaba él. Se enamoró, o eso cree, y desde ese día cogió afición por las estrellas, se acordaba de él y de sus ojos que enamoraban. Ya no lo volvió a ver nunca más, pero siempre tuvo la ilusión de volverlo a ver. Los años pasaron, se hizo mayor, y tenía cosas, creo, más importantes que las estrellas, tenía que estudiar y preocuparse por su futuro.

Yo Soy se olvido de las estrellas, sólo pensaba en sus estudios, en su pareja que la encerró del mundo, de la vida y sus maravillas maravillosas. Yo Soy estaba tan ciega que no se daba cuenta de que realmente no estaba bien, de que no tenía lo que quería, ella se conformaba con todo y su estrella interior se apagó… Pero la vida le enviaba señales, señales que la llevarían por buen camino y aún que ella nunca hacia caso a esas señales, un día se canso y decidió volar, salir de esa jaula y enfrentarse a los contravientos y a todo lo que conllevaba salir de esos cuatro barrotes de hierro.

Cuando extendió las alas para volar, sintió una fuerza en su interior increíble, y se dio cuenta que el viento iba a favor, cerró los ojos y se dejó llevar. Cuando abrió los ojos sólo veía bosque, un bosque lleno de árboles preciosos, mariposas de color inexplicable y en ese mismo instante Yo Soy supo que seguir el viento era lo mejor que podría haber hecho en la vida. Pero lo mejor de todo es que cuando anocheció, alzó la mirada y vio algo alucinante, miles y miles de estrellas que ocupaban todo el cielo y se acordó de quien era la verdadera Yo Soy, como si una estrella hubiera bajado a abrirle los ojos, una estrella llamada Largo. Gracias a las señales Yo Soy es feliz, y promete que nunca más va a olvidarse de las estrellas, es más, nunca se va a olvidar de su estrella interior, porque al fin y al cavo ser feliz no significa tenerlo todo sino encontrar el significado de lo insignificante, que aunque te pasen cosas malas y cosas buenas, saber quien eres y que quieres y no dejar que nada ni nadie apague tu estrella interior.

No olvides quien eres, ni que quieres, no dejes que nadie apague tu estrella interior...
nbas

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