Señor Jesús, nosotros no sabemos cuál es la hora más dulce y pura del amor: si la que nos reúne
juntos, confiados y descansados sobre tu pecho, o la ,que nos dis-persa en la noche perdidos y abatidos de tristeza. Pero si tú, desde tu lejanía de condenado a muerte, te vuelves un momento a mirarnos, percibiremos en la luz de tus ojos una chispa del insondable misterio que hoy nos pesa en el corazón y que mañana contemplaremos sin velos en el rostro del Amor.
Amén.
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