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12 de marzo de 2012

Templos de Dios

Recuerdo que mi madre me decía:

-“Mira, aquí está Dios”. Tenía temblor su voz cuando lo mencionaba. Y yo buscaba al Dios desconocido en los altares, sobre la vidriera en que jugaba el sol a ser fuego y cristal. Y ella añadía:

-“No lo busques fuera. Cierra los ojos y oye su latido. Tú eres, hija, la mejor catedral (Martín Descalzo).

Dios habita en nosotros siempre y en todas partes… sin importar la religión que profeses, católico, luterano, ortodoxo, etc… ¿Por qué no enseñar esta verdad fundamental a todos?…

Dios, Creador y Padre, está presente en cada uno de sus hijos, está atento a todos sus pensamientos, proyectos y actividades. No se extraña de nada. Nada le altera. Es lento a la ira, rico en paciencia y bondad.

Dios nos ha creado a su imagen y semejanza (Gn 1,26). Y no nos ha abandonado; sigue cuidándonos y alimentándonos. Vela siempre por nosotros…

Tal bondad no depende de nuestro comportamiento. Él hace salir el sol sobre buenos y malos… Y si viste de belleza a los lirios del campo y alimenta a los pájaros del cielo, ¿qué no hará por nosotros, sus hijos (Mt 6,26-30), infinitamente superiores a las flores y animales?

Dios está presente en cualquier ser humano, sin distinción de credo o religión. Lo sienten cercano y amigo todos aquellos que creen en Él. Por medio de su Espíritu nos ofrece sus dones: amor, paz, gozo, amabilidad, bondad, paciencia, fidelidad, equilibrio, dominio propio (Gá 5,22)… Sólo hace falta creer en Él y dejarle libertad para darnos un “corazón de hijo” rescatado del pecado por la sangre de Jesús (Gá 3,26).

Debemos ser tolerantes con nuestros hermanos mas que palabras demos ejemplo con nuestra vida y acciones, debemos ser coherentes con lo que creemos y profesamos, Dios es para todos, está en todos nosotros.

nbas

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