Pero, cuando la tarde se presenta sombría, llena de nubes negras, de temores y dolor, y la oscuridad inunda el ambiente y nos sobrecoge la soledad, cuando los problemas de todo índole nos amenazan por doquier, y el peso de su carga se nos hace por momentos insoportable; con que facilidad nos olvidamos de que Dios está a nuestro lado, y que nos anima con su voz amorosa a que entreguemos en sus manos todas nuestras cargas y conflictos, y confiemos en que Él es nuestra fortaleza y nuestro pronto auxilio en medio de la tribulación.
Aprendamos a vivir cada día, de ahora en adelante, confiando en que Dios tiene el control de todas las cosas, por muy pequeñas o grandes que pudieran ser; digamos como el salmista, el rey David: «Aunque ande en valles de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento»
El hombre que vive confiado en Dios, cualquiera que sea la circunstancia de su vida, es una persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario