Con la palabra podemos decir te quiero a alguien y alegrarle el día, pero también podemos mantenerla callada y dejar a los otros desconcertados.
Tenemos miedo a las palabras porque son un arma que nos puede ayudar o atacar, depende el cómo se use. La mejor palabra es la que se dice para iniciar o respaldar lo que hacemos. No es bastante decir a los demás "te quiero", hay que demostrarlo con la vida.
Quien más alegrías y problemas nos causan son precisamente los que nos rodean, los que tenemos cerca. Un desconocido nos dejará indiferente. Las alegrías y las penas nos la producen los que tenemos a nuestro alrededor. No nos debe de extrañar en momentos concretos que sean ellos los que producen nuestras heridas más internas y nuestras alegrías más profundas.
El amor no es sólo para decirlo, hay que demostrarlo, incluso, y aunque parezca extraño con los más cercanos. No vale aquello que dicen muchos: "ya él/ella, sabe que la quiero…" La mejor manera es decirlo… y demostrarlo con hechos…
Hay personas que están tan preocupadas en querer y ayudar a los demás, que se olvidan de querer y ayudar a los que tienen más cerca…
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