Su mamá estaba preocupada porque el niño había puesto tanto corazón en ello y temía que no fuera elegido.
El día que las partes de la obra fueron repartidas, el niño estaba en la escuela, y le dijo a su madre que lo esperara allí, que hoy era el día esperado.
Su madre angustiada le esperaba en un pasillo, y escuchó a la maestra pronunciar nombres y pedía aplausos a quienes nombraba y todos fueron aplaudiendo.
De pronto acabaron los aplausos y el niño salió corriendo con los ojos brillantes, con orgullo y emoción.
"¡Adivina qué mamá!" gritó y luego dijo las palabras que permanecerán como una lección para todo docente:
"He sido elegido para aplaudir y animar".
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