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24 de noviembre de 2011

A veces la soledad

Sé que la soledad a veces no es buena compañera. Pero en ocasiones la soledad es necesaria. He estado meditando y me atrevo a decir lo siguiente: hay momentos en que en medio de la soledad todo se puede ver tan claramente, sin mascaras, ni paredes, que nos podemos asombrar. Porque la soledad te obliga o te impulsa a ver más allá. A pisar en la realidad y no sobre cosas, ilusiones o pensamientos inexistentes.

Ahí es que puedes ver a las personas y las cosas tal cual son. En el desierto es donde puedes descubrir quiénes son verdaderamente tus amigos o la gente que te quiere de verdad. En aislamiento puedes encontrarte con tus pensamientos, con tus dudas, certezas, preocupaciones, sentimientos y con tu conciencia. Porque de la conciencia no se puede huir, ella nos enfrenta y nos cuestiona.

Si podemos encontrar algo bueno en medio de la soledad, si podemos afianzarnos y considerar algo importante es que en medio de esos momentos en que no hay nadie, podemos percatarnos de que el único que ha estado y sigue estando es nuestro Dios. Tan bello, maravilloso y majestuoso. Tan fiel, auténtico y verdadero. No hay nadie como él.

Por eso, quiero decirte que si el día de hoy te sientes muy solitario(a), medites en que muy cerca de ti está Dios. Tal vez necesitas este tiempo de soledad para encontrarte contigo mismo(a). Quizás conviene que aclares tus pensamientos, dudas e inquietudes. Sé que no siempre nos gusta estar solos, pero en medio de todo eso que enfrentes, podrás percatarte de cosas importantes y ver algunas cosas con la claridad que se merece y que tiene.

Pero aún si todos te han abandonado, te duele el corazón y lo sientes desangrar, no olvides: CRISTO SIGUE ESTANDO A TU LADO. Él te dará las fuerzas necesarias para continuar.

nbas

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