-¡Oh!- les respondió el río. -Aun cuando todas mis gotas de agua se convirtieran en lágrimas, no tendría suficientes para llorar yo mismo a Narciso: yo lo amaba.-
-¡Oh!- prosiguieron las flores de los campos
-¿Cómo no ibas a amar a Narciso? Era hermoso.-
-¿Era hermoso? -preguntó el río.
-¿Y quién mejor que tú para saberlo?- dijeron las flores
-Todos los días se inclinaba sobre tu ribazo, y contemplaba en tus aguas su belleza...
-Si yo lo amaba...- respondió el río
-Es porque... cuando se inclinaba sobre mí, veía yo en sus ojos el reflejo de mis aguas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario