La historia de oraciones contestadas contiene frecuentes informes acerca de la intervención divina a través del ministerio de ángeles. Les relataré un ejemplo:
Un día un misionero y su ayudante chino regresaban a pie con dinero para su hospital. Al caer la noche se encontraban todavía lejos de su hogar.
-“Vamos a tener que acampar en esta lomita” dijo el misionero.
-“Pero hay bandidos por estos alrededores” el acompañante contestó, “¿qué pasará con el dinero?”
-“El dinero es para la obra del Señor. Le pediremos que El lo cuide” fue la respuesta.
Así que después de orar juntos, se quedaron dormidos. A la mañana siguiente se encontraron tanto a sí mismos, como el dinero, bien y salvo.
Los meses pasaron y un jefe de forajidos fue traído al hospital. Mientras recibía tratamiento preguntó:
-“¿Fueron ustedes a tal ciudad hace poco, trayendo un dinero?”
-“¡Si, como, no!”
-“¿Acamparon ustedes en una loma pequeña, mientras eran cuidados por soldados?”
-“Sí acampamos en una lomita, pero no teníamos ningún soldado protegiéndonos.”
-“¡Si que los tenían!” repitió el pillo. “Nosotros queríamos robarles, pero tuvimos miedo de los veintisiete soldados.”
Tiempo después tal historia fue contada en una reunión en Inglaterra. Alguien que estaba presente le comentó al conferenciante:
-“Recuerdo que esa noche tuvimos una reunión de oración…” mirando a su diario agregó, “…y estábamos presentes precisamente veintisiete.”
Un día un misionero y su ayudante chino regresaban a pie con dinero para su hospital. Al caer la noche se encontraban todavía lejos de su hogar.
-“Vamos a tener que acampar en esta lomita” dijo el misionero.
-“Pero hay bandidos por estos alrededores” el acompañante contestó, “¿qué pasará con el dinero?”
-“El dinero es para la obra del Señor. Le pediremos que El lo cuide” fue la respuesta.
Así que después de orar juntos, se quedaron dormidos. A la mañana siguiente se encontraron tanto a sí mismos, como el dinero, bien y salvo.
Los meses pasaron y un jefe de forajidos fue traído al hospital. Mientras recibía tratamiento preguntó:
-“¿Fueron ustedes a tal ciudad hace poco, trayendo un dinero?”
-“¡Si, como, no!”
-“¿Acamparon ustedes en una loma pequeña, mientras eran cuidados por soldados?”
-“Sí acampamos en una lomita, pero no teníamos ningún soldado protegiéndonos.”
-“¡Si que los tenían!” repitió el pillo. “Nosotros queríamos robarles, pero tuvimos miedo de los veintisiete soldados.”
Tiempo después tal historia fue contada en una reunión en Inglaterra. Alguien que estaba presente le comentó al conferenciante:
-“Recuerdo que esa noche tuvimos una reunión de oración…” mirando a su diario agregó, “…y estábamos presentes precisamente veintisiete.”
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