¿No somos sus padres quienes debemos procurar protección y cuidado sobre ellos? La Palabra de Dios parecía decir lo contrario.
Hoy desde mi separación, el Señor respondió con claridad aquellos viejos interrogantes. No importa cuánto tiempo pase, el Señor siempre trae luz sobre sus misterios.
Hace algún tiempo alguien me preguntó:
El Señor las usó para defenderme de la depresión, de la soledad y del rencor. Ellas son las armas que Dios proveyó para que yo pudiera salir a luchar nuevamente.
Ellas son mis “saetas” ¡tan pequeñas y tan poderosas!
Gracias, Señor, porque detrás de cada uno de tus misterios está tu amor eterno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario